martes, 10 de julio de 2012



 Hola, me llamo Akyra, tengo 15 años y amo escribir mientras escucho música. Soy nueva en un blog y a decir verdad, es el primero que he creado. No entiendo mucho de que hay que hacer aquí así que tratare de hacer lo mejor que pueda para no poner mis historias revueltas. 
Esta es la primera historia que he hecho, y bueno he he... ¿Qué les digo? No soy tan buena escribiendo pero con el tiempo mejorare. Espero que mi historia les sea de su agrado y si hay quejas o comentarios por favor háganme saber cuáles son. Pronto agregare más personajes, así que chequeen con frecuencia esa parte.


Scarlet Bennett: Cabello ondulado, largo hasta la cintura, de un color dorado con algunos rayos negros y castaños, ojos verdes. Es una joven muy inteligente, tranquila, culta, respetuosa y en conclusión es toda una dama. 20 años.

Andrew Lincourt: Cabello negro, largo, lacio, alborotado, brillantes ojos azules, muy apuesto, seductora y grave voz, muy fuerte, tiende a llegar a ser muy posesivo y celoso, es caballeroso, sobre todo con Scarlet. Le da a la chica toda la atención y protección posible, teniendo miedo de que algo le pase y sufriendo desesperaciones y preocupaciones depresivas cuando esta se encuentra ausente. 25 años.
Kayser: Es el lobo de Andrew, es un lobo de pelaje negro y de ojos verdes, tiende a llegar a morder a todo el que se acerca a su amo, todos menos las sirvientas de la casa. Al principio ayuda a encontrar a Scarlet. Es muy leal a su amo y entiende todo lo que este le dice. Protege a Andrew y a Scarlet con su vida, en ocasiones cuando esta última va a pasear por el bosque él le acompaña.
Akyra: Es la loba de Andrew, pareja de Kayser. A diferencia de Kayser, Akyra es de pelaje blanco y ojos grises, está preñada por Kayser, y no ayuda a buscar a Scarlet debido a esa situación. Es leal y muy agresiva defendiendo a sus crías una vez que nacen. Se encariña con Scarlet cuando esta le acaricia por primera vez gracias a que la criatura canina decide ir a visitarla a su cuarto cuando tiene la pierna rota. También va con ella cuando pasea por el bosque.
Victoria: Es la sirvienta personal de Andrew, además de las otras 100. Sabe hacer infinidad de cosas domésticas. Victoria le es asignada a Scarlet ya que también es mujer y puede comprender mucho mejor a Scarlet en sus problemas. Ellas dos se hacen  amigas íntimas en poco tiempo
Sebástian: Mayordomo de Andrew, reemplaza a Victoria cuando esta es asignada a Scarlet. Es leal a su amo. Sabe muchos secretos de este último que solo revela a Scarlet. Uno de ellos es que Andrew sufría una gran depresión y preocupación cuando ella salía a pasear debido a que no estaba a su lado.
Epona: Es una de las muchas yeguas de Andrew, es su favorita por ser tan veloz, protectora y fuerte. Es tranquila cuando no hay peligro cerca pero si se encuentra con el hace lo posible para defender a su amo. Le es entregada a Scarlet cuando va a pasear al bosque.
Eros: Era otro de los caballos preferidos de Andrew, aun mas que Epona por ser aún más fuerte e igual de veloz. También hace lo posible para proteger a su amo. Ayuda a este último a buscar a Scarlet en la tormenta pese a que el animal no le teme a los rayos ni truenos. Andrew se queda preferiblemente con Eros cuando Scarlet se queda con Epona. Era inteligente al igual que la yegua blanca, y la misma situación que los lobos, Eros y Epona eran una especie de pareja.


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Correr, correr buscando un lugar donde cubrirse era lo único que podía tener en mente en esos momentos. Su hermoso vestido ahora cubierto de fango y hojas de roble había sido arruinado por completo. Las gotas de lluvia azotaban contra su hermoso rostro haciendo que se lo tapara con las temblorosas y demacradas manos enlodadas y rasguñadas por tratar de detener las horribles caídas que se le prolongaban gracias a su torpeza en esos momentos. Scarlet no sabía si sus piernas aguantarían más, dolían demasiado como para seguir moviendo su cuerpo pero con todas esas ganas de escapar le sería imposible poder detenerse. Cada raíz que se le cruzaba en su camino era un nuevo tropiezo para ella, y un tropiezo significaba un raspón o rasguño más.

Scarlet tenía una fuerza de voluntad increíble al igual a la de su cuerpo pero el frío hacia lo posible para decir lo contrario con cada paso que daba, y para empeorarlo el pie de los arboles también ayudaba, la chica de ojos verdes. Corrió aún más fuerte cuando sus pensamientos le hicieron creer que en frente había una luz, pero por no fijarse, una traviesa rama provoco una caída fatal para la joven, poniendo sus brazos extendidos con los dedos totalmente separados y las piernas flexionadas derrapando en el suelo, su vestido se había roto por completo en las rodillas, y sus manos, oh su hermosas manos ahora tenían unas muy graves heridas en las que tenía incrustados dos vidrios curveados  en la derecha y tres en la izquierda.

-¿Pero qué clase de tonto bebería en un bosque?- grito la desdichada joven realmente enfadada.

Trato de quitárselos sin flexionar las palmas de sus manos para no causar una herida más grande de la que ya era, puso sus dedos como tijeras sujetando con dificultad el resbaladizo vidrio ensangrentado. Sus pulmones hacían que su pecho se moviera de una forma violenta provocando un pulso más y más palpitante de lo normal debido al nerviosismo de su pérdida de sangre. Trato de no temblar tanto si no cortaría la piel ya rebanada de sus antes preciosas y suaves manos. Ahora tenía unas gélidas, pálidas, enlodadas, heridas y ensangrentadas manos. Que lastima pensó la joven. Y que dolor, volvió a decir para sus adentros. Tomo su vestido entre sus manos estrechándole fuertemente y limpiándose la sangre que fluía vehemente en un fallido intento de parar la hemorragia. Levanto un poco lo que quedaba de su vestido para no tropezar con él.

Nerviosa se echó a correr de nuevo, pero algo se lo estaba impidiendo… ¡su vista! ¡Demonios, su perfecta vista estaba siendo arruinada por esa maldita tormenta de los mil demonios desencadenados!

 Sus ojos comenzaban a nublarse y apagándose cada vez más, lo único que podía permitirle ver eran las luces que proporcionaban los rayos de la tormenta, pero no duraban el suficiente tiempo como para saber a dónde dirigirse. En un intento fallido, Scarlet dio un salto en el que se golpeó brutalmente con una rama en la frente - arriba de la ceja izquierda- cayendo al suelo de espaldas con suma brusquedad.

-¿Por qué? ¿Por qué tenía que pasarme esto?- Sus gritos desgarradores eran acompañados por los truenos de la desencadenada tormenta. Llevo sus manos a su rostro cubriéndolo de rojo con su sangre.
Sintió que algo de movió debajo de ella… y no era ningún tejón. Un barranco de 15 metros se encontraba junto y de bajo de ella. Se deslizo hacia un lado provocando un mayor temor de lo normal en ella y enterrando las manos en el lodo para sostenerse. Pero no funciono. La tierra se soltó aún más y ella comenzó a mover sus brazos en busca de algo más con que sostenerse. Una raíz, bien, esto puede servirme. La lluvia siguió cayendo aún más fuerte con granizo agregado. Ya era tarde para Scarlet, nada ni nadie la podría ayudar en ese momento.
Pasaron segundos que se convirtieron en minutos, y minutos que se hacían eternos. Ya no le quedaba mucho tiempo.
Las rocas y el fango debajo de ella no pudieron soportar más su peso, aunque ella no era tan pesada la lluvia corría la tierra haciendo que resbalara, y su vestido empapado y lleno de lodo hicieron que la carga fuera de varias piedras juntas equivalentes a ella.

-¡Ah!-grito al sentir como su brazo se estiraba más y más- ¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude, por favor!

La tierra... o mejor dicho, lodo que se encontraba bajo ella no soporto mas, y la dejo caer. Pero eso no era lo único malo, una piedra del tamaño de su cabeza iba directo hacia ella. La roca se reflejó en sus ojos que estaban sumamente abiertos y lagrimeando. Se giró de manera que caería de espaldas viendo como sus cabellos volaban revoloteando a sus lados, siguió girando y cayó del lado como si fuera una serpiente, puso sus manos en el suelo para levantarse con dificultad y dolor, levanto un poco su espalda dejando que su cabeza colgase casi yacente en el aire pero algo no la dejo continuar.. Lo siguiente hizo que Scarlet experimentara el mayor dolor que jamás había sentido en su vida. Esa fue su caída final, la última.

-¡AAAHHHH!-ese grito gutural destrozo también su garganta

Su pierna estaba rota. La roca que iba de tras de ella cayó encima de su pierna, arriba de la rodilla causando ser aplastada y destrozada en dos partes. Quería morir, quería no haber escapado de su castillo para que la matasen. Cualquier dolor, cualquier dolor menos este. El dolor de un hueso roto jamás dejaría que el trauma desapareciera. Y que a su vez causara la rendición total de la pobre chica. Decidió no moverse más, esperando, rogando, orando a que alguien se apiadara de sus gritos. Mas no pidió nada por el dolor.


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La calidez de su mansión, una hermosa fogata frente a él yacía en compañía de sus dos lobos, una copa de vino tinto en su mano derecha y con la otra acariciando al pequeño tigre que tenía en sus piernas acurrucado como un bebe durmiendo profundamente soñando en ser
un gran felino experto en cacería. Pensando en aquel día cuando encontraría a su bella dama, encontrarla de la mejor manera, esperando, rogando, sufriendo por la pérdida e Elizabeth hace 97 años y queriendo amar a alguien más. Andrew podría tener una vida perfecta, pero le faltaba algo… una cosa… quizá dos.

Olvidarse de ese sufrimiento.

Tener a su bella mujer en sus brazos por el resto de su vida…
-Vida...-dijo para el mismo en voz seca y grave voz masculina.

Sintió otra daga en su corazón, cada recuerdo de ella le clavaban  una, y otra… ¡y otra más!
¿Cuánto más tenía que soportar eso? Solo había una forma de suicidarse y esa era exponerse al sol… pero ¡no! En algún lado tenía que estar su amor, en algún lado debería de estar la que reparara esa cosa que antes palpitaba y que ahora yacía congelado siendo protegido por costillas.

¡Ah!

 Se oyó un grito hacia el este de su mansión, desde el peñasco. Levanto su cabeza y dejo caer su copa de cristal en el piso rompiéndose en mil pedazos, el pobre felino de pelaje blanco con negro se asustó tanto que casi clavo las garras en las piernas de su amo.
¿Qué había sido aquello? ¿Alguna persona en peligro? o ¿Un simple trueno transformado en gritos por sus pensamientos?

¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude, por favor!

Pasaron segundos de tranquilidad, hasta que se oyó un estruendo como de rocas y lodo caer acompañados de gritos. Y cuando no se oyó nada más algo grave surgió.

¡AAAHHHH!

Eso era un definitivo y rotundo “No” a sus preguntas.

-Decidido-Andrew estaba decidido a responder a los gritos de aquella típica “damisela en peligro”-¡Victoria!-rápidamente acudió una chica de cabello rizado, café y corto, peinada de un modo que el cabello de los lados estaba sujeto hacia atrás con un fino broche de plata con algunas piedras de 6 colores y una tornasol en medio. Su fleco, o mejor dicho, dos de sus rizos que eran parte de su fleco recaían en ambos lados de su bello rostro. Su vestido era un tanto corto, 5 o 6 dedos cuando mucho por arriba de sus rodillas, por arriba era un fino corset negro con mangas hasta los codos que poco a poco se iban haciendo anchas para dejar paso a una abertura donde había unos elegantes holanes que a orillas eran cubiertos por un listón con un moño. Por abajo era parecido a una falda que también era hecha por holanes que tenía una abertura en medio donde cubría los lados del vestido menos en frente donde dejaba ver los holanes. Y por último agregar unas mayas negras que transparentaba su clara piel. 

-¿Me ha llamado? ¿Desea algo mi señor?-la joven preguntaba tan atentamente a lo que su señor quisiera.
-Prepara a Eros. Tengo que buscar algo.

Sospechando de aquella frase tengo que buscar algo, sabía que no era dentro de la mansión si tenía que acudir a la ayuda de un caballo.

-¿Afuera? ¿Con tanta lluvia?... pero mi señor solo vea el diluvio que se encuentra fuera de la calidez de su mansión-era impresionante lo mucho que se preocupaba por  él.

-Sí, Victoria. Alguien por allí pide ayuda y sea quien sea no dejare que sufra con esta tormenta.
La joven no respondió, sabía perfectamente lo que le debería de poner al caballo, un par de cobijas, una cuerda, la silla con doble broche, una rienda más resistente, los anteojos y una bolsa donde no entrara el agua. Recorrió pasillos y habitaciones hasta llegar a las caballerizas. Al entrar muchas cabezas con orejas picudas se asomaron y acercaron a sus puertas.

-Hola hermosos. ¿Eros? ¿Dónde estás?

Como respuesta recibió un relinchido de un gran caballo negro de más de dos metros de estatura, un pelaje tan brillante y suave que opacaba al terciopelo, una crin y una cola ondulados y largos que la crin casi llegaba hasta sus patas y su cola a punto de arrastrar en el suelo. Unas patas anchas y firmes debido al musculo con herraduras plateadas y brillantes, y para finalizar unos finos pero gruesos cabellos largos y ondulados poco más arriba de los cascos casi al ras de ellos.  Cogió las riendas y la silla entre sus manos y las apoyo en un tronco  que estaba junto a la puerta del lugar donde se encontraba aquel mastodonte de gran valentía. Abrió el cerrojo de la puerta un poco oxidado para después liberar al animal que obedientemente y por instinto y rutina se puso a un lado de su silla para ser colocadas en el. 

Andrew entro empujando las dos puertas con ambos brazos y al lado de Kayser. Camino rápidamente hacia Eros. Puso un pie en el estribo izquierdo y de un pequeño salto. Victoria abrió las puertas del estado, y de inmediato olas de un rocío congelantemente despiadado entro en la calidez del establo alborotando a todos los caballos, a todos menos a una, Epona. Quien hizo un ademán con el cuello y cabeza hacia Eros que se acercaba a su caballeriza para chocar narices y hacer unos cuantos pequeños roces. Andrew jaló la rienda lo suficientemente fuerte como para apartar las cabezas de los dos amantes.

Salió disparado seguido por su acompañante canino haciendo que las pequeñas gotas de rocío revolotearan hacia afuera y después hacia adentro con el aire del cierre de la puerta creado por Victoria. Quien se froto los brazos con sus manos en signo de frio. Aunque el amo no fuera necesariamente una persona normal la chica de rizos castaños no sabía si su señor fuera a aguantar tal tormenta.

Pensando en que el querido amo consentido regresaría con frio y si bien encontraba a la pobre chica que gritaba en busca de ayuda que seguramente se estaría congelando, fue directo a la cocina y preparo ella misma una gran jarra llena de té a punto de hervir, leche caliente, y fue preparando una gran comida que echaba el vapor vehemente ondeando hacia arriba.

Pensó en algo más… ¡Claro! Había que preparar también una tina llena de agua caliente, Andrew se estaría congelando cuando regresara y seguramente también a la visita que vendría destrozada y tiritando. Fue casi corriendo hacia la habitación de la persona más importante en esa mansión. Mientras ponía la tina a llenarse hasta el tope de agua coloco una pequeña reja cerca de la chimenea, se acercó al armario u abrió las puertas de una fina madera y saco un edredón y varias mantas más delgadas para después colocarlos en la reja para calentarse cuando su señor llegara.

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El viento no era el único que azotaba con su cara, sino que también las gotas empeoraban la vista del apuesto joven en busca de la bella dama en peligro. Kayser trataba de seguir el olor de algún humano en la zona pero la lluvia desvanecida combinada con el viendo hacia que al lobo le fuera imposible encontrar algún rastro humano... Andrew tratando de seguirlo con la vista y el caballo por el resbaladizo lodo también le estaba resultando difícil. El frio aumentaba como para poder soportarse, incluso para aquel joven.

De repente un olor un tanto agradable para el animal comenzó a fluir en el ambiente poco colaborador. Tenía un toque de olor a hierro, oxido, era algo penetrante y parecía delicioso. Siguió ese rastro como podía, el olor se hacía más y más fuerte pero leve por agradecimiento a la lluvia que no dejaba de caer vehemente. El lobo se dirigió directo al peñasco donde encontró un pequeño rio de sangre junto a lo que quedaba de un árbol.
El canino olfateo la sangre y después le dedico una mirada y un chillido a su amo indicándole que bajara del caballo, cosa que hizo al ver también un trozo de tela blanco yacente en el piso lleno de lodo, ramitas y pedazos de algunas cuantas hojas. Pero había algo más, ¡Sangre!

-Bien hecho, chico-premio a su mascota- Pero esto no es un humano; hay que encontrar  a aquella persona que escuchamos gritar por aquí.

Andrew agacho la cabeza y miro el pedazo de tela que yacía a un lado de él para tomarlo con sus dedos y ponerlo frente a la nariz del acompañante para que olfateara aquel olor, ignorando el aroma del lodo y poniendo atención a la sangre. Hizo un ademan con la cabeza cuando encontró de nuevo el olor de aquella mancha roja en la tela donde Scarlet había apretado con sus manos para tratar de parar la hemorragia que fluía de sus manos. Volteo hacia abajo y vio a una dama, una chica con un vestido blanco lleno de lodo y sangre.

Soltó un aullido y se echó a correr dando una vuelta hacia donde bajaba de una manera en la que Scarlet no lo había hecho. Andrew de un salto se subió en Eros y pateo con firmeza las costillas del animal a la vez que jalo las riendas con fuerza hacia la izquierda para girar al caballo y seguir al lobo. Galopo hasta bajar donde la joven se encontraba esquivando árboles, ramas y todo lo que se le interponía para que llegara más tarde.

Bajo del caballo lo más rápido posible y se acercó a aquella extraña joven de cabellos dorados llenos de hojas y empapado y con una de sus manos quito todo lo que podía con la mayor delicadeza posible para ver su rostro… ¡Era bellísimo! A pesar de la suciedad por el clima su rostro era el de un ángel. Siguió examinándola con rapidez hasta encontrarse con la piedra que la mantenía presa del sufrimiento físico. ¿Qué diablos? Pensó Andrew para sus adentros, ¡Con que esto fue lo que causo su mayor grito desgarrador! Levanto la piedra sin problemas escuchando un crujido en el interior de la piel de la chica. Kayser hizo un gesto de curiosidad y olfateo el lugar de donde provenia aquel ruido. Parece que con la caída le rompió el hueso sin dificultad alguna. ¿Qué es lo que estaría haciendo una joven en un bosque de noche y con una tormenta? ¿Quién en su sano juicio saldría con este clima fuera de su casa?



 Siguió viendo que otro daño tenía… sus manos, miro las profundas heridas que se le prolongaban frente a él y las tomo entre las suyas rozando lo más levemente posible para ver su gravedad. Pobrecita, parece que tuvo muy mala suerte. Pero no del todo; aquí estoy yo.

Escucho algunos gemidos de dolor por parte de ella. El lobo también emitía chillidos por contemplar el sufrimiento ajeno. La sangre seguía corriendo por la palma de su extremidad pero ya no tan fluida como antes, ahora ya había pequeñas costras hechas con el líquido rojo que habían bloqueado la salida de lo demás.
-Dime… sé que no estas para nada bien, fue una larga caída pero por favor ¿Podrías decirme que más te duele?- Dijo el pelinegro en un tono de voz amable y calmante.

Obtuvo como respuesta un gemido y una seña de dolor en su rostro. Andrew observo con más atención a su rostro y vio que la gotita que iba por ahí no era por la lluvia; había salido directo desde su ojo. Eso solo podía significar una cosa: el dolor era sumamente fuerte. Decidido a acabar con ello metió sus manos por debajo de su espalda y las rodillas para subirla con delicadeza a Eros que yacía inmóvil junto a ellos.

-No puedo subirla así. Eros, agáchate- dicho esto el animal obedeció poniendo sus patas delanteras flexionadas en el frio suelo, ya que estando de pie era un mastodonte de casi más de dos metros de alto. Andrew por más alto que fuera no podría subirla al animal y luego el sin descuidar que se cayera debido a la inconciencia de la joven.

Una vez Eros con las cuatro patas flexionadas, Andrew se sentó en la silla de montar y puso a la chica en sus piernas sujetándole con un brazo por la espalda impidiendo que cayera.

-Arriba, Eros. ¡A casa!-pateo levemente esta vez para comenzar a correr. Silbo también para indicarle al lobo que lo siguiese.

Y se echó a correr hacia su mansión…

Continuara…



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¿Y bien? ¿Les gustó? Espero que si :D Muchas gracias por leer. Pronto contianuare con esta historia. Perdónenme si no les gusto pero recuerden que es la primera que hago.


ATENCIÓN: Este sigue siendo el primer capitulo.